Menu
Yo creía conocer a Dios puesto que nací en una familia cristiana y toda mi vida había crecido en la iglesia, pero no era así.
La escuela fue el espacio que Dios usó para mostrarme quién era él y quién era yo para él.
Fue un tiempo en dónde reconocí verdaderamente mi necesidad de él y tomé la decisión de seguirle.
Hay una frase que nunca olvidaré y es que Dios no tiene nietos, él tiene hijos, y esto me dio identidad. Ahora sé que soy su hija.
En la escuela aprendí más sobre Dios y sobre mi, y me dio herramientas que hasta el día de hoy me siguen ayudando para profundizar en mi relación con Dios.
Realmente solo me queda decir que esta fue una experiencia que marcó mi vida.
Hace aproximadamente siete años tomé la decisión de ir a la escuela de entrenamiento sin saber que me esperaba, pero con muchas expectativas de experimentar lo de Dios haría en mi vida, allí Dios se reveló como amigo, padre, y proveedor.
Amigo, cuando me promete que me va a acompañar y guiar aun cuando nadie más este alrededor.
Padre, cuando revela su grande amor por mí, que envía a Jesús para morir en mi lugar y así poder mostrar el sacrificio que requirió hacer el padre para estar con sus hijos por la eternidad.
Y Dios proveedor, cuando utiliza recursos más allá de lo que pensamos, soñamos o imaginamos, para mostrarnos su amor, y cuidado.
Recuerdo llegar a la Escuela. Recuerdo a mi mejor amigo preguntando «cuál era mi mayor expectativa». Después de pensarlo un poco le dije: “quiero saber qué deseo hacer con mi vida.”
Pero la Escuela para mí fue muy diferente de lo que pensaba…. Para mí fue la invitación de Cristo a participar en su camino.
Creo que todos tiene la oportunidad de conocer a Dios, todos tienen la oportunidad de buscarlo, y para mí la Escuela fue la persistencia y la fe que lleva a abrir las puertas que la gracia de Dios posibilita.
No creo que sea una disciplina nada más, porque él lo ha hecho posible. No fue una cualidad mia hallar a Dios a través de la fe y sus disciplinas, eso no tiene sentido.
Es solo porque Dios ha tendido un puente entre el hombre y él mismo, y se llama Jesucristo. Él fue esa puerta, el camino y la vida. Él es el sustento de la gracia de Dios.
Y la escuela fue la invitación de Cristo a que camináramos aunque mi expectativas y esfuerzos jamás fueron suficientes.
Pues los sueños de Dios fueron más anchos, largos, altos y profundos. Y fue a través de la Escuela, y cada uno de ellos, que Él me lo hizo saber.
Fue volver a la esencia, volver a Jesús, y conocer cuán grande y sublime es.
En 2016 tuve la oportunidad de asistir a la EEC. Esto era algo nuevo para mí, no era algo que estuviera planeando; pero debido al ánimo que me dieron mis padres y pastores, sumado al deseo de agradarles, accedí y asistí.
Aunque no tenía ninguna expectativa, todo esto fue usado por Dios para llevarme a entender mi necesidad de Él; puedo decir que antes de la escuela yo no era hija de Dios, pero con el paso de los días, y al entender ciertas verdades, comprendí el evangelio y me encontré con Jesús.
Esto no estaba en mis planes, pero sí en los de Dios. Hoy miro atrás y agradezco por mis debilidades, que fueron usadas en las manos de Dios para sus propósitos perfectos (2 Co. 12:9-10).
